Días atrás se conoció la noticia que se analiza y discute reglamentar la actividad de explotación sexual de las mujeres con total naturalización, basado en pilares del patriarcado que visualiza como algo normal y lógico la explotación del cuerpo de la mujer.
Consultada al respecto, la secretaria de la Mujer, Liliana Robledo, dijo que “el Estado que pretende aplicar políticas con perspectivas de género no puede avalar reglamentaciones que tienen por objeto regular la explotación del cuerpo de la mujer que es tratada como objeto sexual, porque cuando las barreras legales desaparecen, las barreras sociales y éticas se van difuminando hasta hacerse invisibles y se termina por normalizar la actividad de tratar a la mujer como producto”.
Asimismo, se plantea acompañar la sindicalización de la actividad de la prostitución, dándole de esta forma, un marco de regularidad, “esto es un despropósito, porque es una actividad que es el principal desmedro de la mujer y quienes se enrolan en el argumento de que legalizando y/o sindicalizando a la mujer que ejerce la prostitución, dignifican y profesionalizan a quienes la ejercen, por considerar esa conducta como trabajo, simplemente dignifican la industria del sexo en menoscabo de la igualdad de género, por lo que reglamentar la prostitución es otra forma de ejercer violencia contra las mujeres”, agregó la funcionaria.
“También hay que tener en cuenta que pretender legalizar la prostitución regulando chequeos y controles de salud para las mujeres es totalmente discriminatorio porque deja fuera de dicho control a los hombres que son quienes transmiten incluso en sus hogares las enfermedades de transmisión sexual”, consideró la funcionaria.
El uso de tópicos aparentemente inocentes e inocuos como “la prostitución ha existido siempre y siempre existirá”, o “es la profesión más vieja del mundo”, como si se tratara de un fenómeno de la naturaleza, inalterable por la acción humana, está muy extendido y es comúnmente aceptado por la sociedad como un hecho con el que debemos convivir como lo hacemos con la lluvia, el sol, los terremotos o los huracanes.
“Entendemos que debemos y podemos luchar contra la pobreza, las enfermedades, las guerras, etc. pero no contra la prostitución, porque se nos presenta como algo natural e inevitable que escapa de nuestras manos. El mantenimiento de estos falsos e intencionados clichés, ayuda a paralizar el análisis en profundidad sobre la prostitución y contribuye a mantener los privilegios, las ventajas y el dominio de los hombres sobre las mujeres”, remarcó Robledo
“Nadie tiene dudas acerca de la esclavitud, sobre el tráfico ilegal de mujeres y/o niños/as, o sobre la explotación de mujeres y niños con fines sexuales: todas estas formas son rápidamente reconocidas como prácticas que deben erradicarse y contrarias a los derechos humanos; pero cuando hablamos sobre la prostitución voluntaria de mujeres como medio de vida ante la falta de recursos de todo tipo, como ocurre con la inmensa mayoría de los casos porque simplemente es la vía más directa, rápida, supuestamente autónoma y fácil de conseguir recursos económicos, en unos casos miserables, en otros complementarios, o en otros de importante envergadura, existe una presión a favor de que la repulsa desaparezca y la prostitución se convierta en un trabajo más”, finalizó la funcionaria.