A Pablo Pérez todavía lo afectan los traumáticos hechos del fin de semana. Fue él además el que llevó la peor parte de la salvaje agresión de hinchas de River contra el micro que transportaba el sábado pasado a los jugadores de Boca al Monumental. Dos días después, todavía no se repone del pésimo momento.
Fue uno de los jugadores que peor la pasó en el salvaje ataque del Monumental y terminó con una «conjuntivitis química con erosión conjuntival inferior» y desde el sábado se realiza controles en el hospital Otamendi. Desde allí fue crudo en su mensaje.
«Yo no puedo ir a una cancha donde puedo llegar a morir», disparó el capitán de Boca a la salida del Sanatorio Otamendi, donde le hicieron una nueva revisión en el ojo izquierdo, que resultó herido por una de las astillas de los vidrios rotos por los proyectiles.