Néstor Gallinger no respondió preguntas de los jueces, el fiscal y la querella. Pero brindó su versión del hecho. Negó que haya intentado quemar a su mujer. «Me estaba haciendo una cama para dejarme en bolas. No la quise matar, yo la quería. Me llevaba re bien con Patricia», dijo.
El empresario dio su versión de los hechos. Sostuvo que «en ningún momento» arrojó nafta a su expareja para quemarla. «La amenaza fue a mí mismo», dijo.
Dijo que ella se casó en secreto con él «por dinero». Y agregó: «Nunca supuse que llegaría a tal extremo de apropiarse de todo y dejarme sin nada».
La acusó de haberle robado mediante una modalidad en el Casino. «Ella siempre ganaba plata cuando iba al tragamonedas. Metía el dinero a la máquina, sacaba un ticket y lo cobraba en caja. De esa manera justificaba el dinero que me sacaba a mí de la empresa».
También dijo que le «vació una cuenta corriente del Banco Pampa donde iba la plata del posnet de Texcen».
La versión de Gallinger
Primera discusión
«Desde casados teníamos un arreglo consensuado de ciertas libertades que teníamos cada uno. Me parecía excesivo el enojo que tenía en ese momento. Empezó una discusión fuerte en el comedor, pasamos al dormitorio, ahí agarré un celular creyendo que era el mío y lo arrojé. Pero era el de ella y se rompió. Ella agarró el mío y lo tiró también. La tomé de los brazos, le pedí que se calme, que no era para tanto, que teníamos una relación abierta. Le pedí que la cortara y no la entendía, porque nunca había pasado», aseguró.
«Me voy a quemar como en 2006»
«Fuimos al living, se sentó en el sillón y seguimos discutiendo. Me saqué, fui a buscar un bidón y lo traje, me puse frente a ella y le dije que si no la cortaba me iba a quemar como en el 2006. Ahí me dijo ‘déjate de joder, no seas pelotudo’. Tiré el bidón contra el sillón y quedó allí. Como sentí olor a nafta lo saqué afuera. Después nos calmamos, nos sentamos los dos a mirar tele, preparé un whisky con speed y cuando fuimos a acostarnos lo hicimos juntos, pero ella seguía enojada. Me sentí incómodo y me fui a dormir a la otra habitación», contó.
Otra discusión
«Al otro día tomamos mate, estuvimos haciendo algunas cuentas del negocio en las notebooks y me comentó que se quería comprar otro teléfono. Le dije que sí y que además me averiguara por una tablet. Transcurrió el tiempo, se hacían las 19 y le dije que si iba a comprar se cambiara. Se cambió, pero después me dice que no va a ir nada. Empezamos a discutir de vuelta», afirmó Gallinger.
«Me sacó»
«Yo estaba en el living, ella se fue para la cocina y sentí que abrió la puerta de atrás de la cocina. Yo abrí a puerta del living y salí por el frente. Nos encontramos en el patio y seguimos discutiendo. Interrumpí su avance, me dijo que se quería ir y yo le dije que no tenía sentido lo que estaba haciendo. En un momento me sacó, la empujé, se cayó, la ayude a levantarse y le volví a insistir que se quede. Fue hacia el portón y se fue. Yo la seguí hasta afuera, la acompañé media cuadra, la tomé de la mano y le dije que se quedara», insistió.
A la Seccional Quinta
«Como no quiso, volvi a casa y me acosté a dormir. Al otro dia llamé al 101 y me atendieron de Toay. Pregunté por el paradero de ella porque habíamos tenido una discusión y no sabía nada de ella. En ese momento una mujer me dijo que no tenia novedad. Les pedi si podían venir a la quinta para hacer una exposición. Vino un móvil policial y me comunicó que tenía que presentarme. Le dije que iba a llamar a mi hijo. El vino, fuimos a la Seccional Quinta y me notificaron que me tenía que presentar el martes 26 en fiscalía. Volvimos a la oficina y nos pusimos a trabajar», recordó.
Situación «rara»
«Le mandé un mensaje de texto a su hijo Matías y le pregunté si sabía algo de la madre. Le pregunté por qué faltaba dinero de la empresa. Tomé contacto con Federico, el otro hijo de Patricia, para preguntarle por la rendición de cuenta. Pero no vino nunca y ya no me contestó más. Como vi que la situación era rara, faltaba dinero, no me contestaban, le mandé un mensaje a Mauro, otro hijo de ella, diciéndole que si la mamá no hablaba conmigo íbamos a terminar con abogado. Era muy raro lo que pasaba, faltaba dinero y se habían borrado todos», sostuvo.
La detención
«En un momento, le dije a mi hijo que vaya a la quinta a buscarme los medicamentos y la ropa porque iba a quedarme ahí. Le pedí que mandara un flete y trajera todas mis cosas a la oficina de la calle Catamarca porque no quería seguir viviendo más en la quinta y quería vivir con ellos. Me empezó a dar miedo porque no sabía qué pasaba. Me fui a la casa de un amigo y dormí el sábado a la noche allí. Al otro día me contacté con un abogado y fuimos a la comisaría a ver qué pasaba y quedé detenido», dijo.
«Perdí todo»
«Mientras estaba detenido me enteré de un montón de cosas que ocurrieron con mi negocio. Perdí todo, 25 años de trabajo, mis hijos y yo quedamos sin sustento. Lo poco que me llevan donde estoy detenido me lo lleva la mamá de mi hijo menor. Nunca más rindieron cuenta de las ganancias de la empresa (Texcen), le cambiaron el nombre, la figura fiscal y se mudaron a otro sitio. Dejaron deudas crediticias, de tarjetas, de celulares. Algunas las pudimos pagar, otras no», aseguró.
La acusación
El Tribunal de Audiencia de Santa Rosa lo está juzgando por los hechos ocurridos el día 22 de mayo de 2015, en una casa de la calle Calandria al 700, en Toay, donde Gallinger discutió con su expareja, Patricia Beatriz Sclavuno, la empujó y le sustrajo y le rompió su teléfono celular. Posteriormente le arrojó chorros de nafta con intenciones de prenderla fuego, según relató la propia víctima.
Sclavuno logró calmar a Gallinger y dormir en habitaciones separadas, hasta que a las 19 horas del 23 de mayo de 2015, volvieron sobre la discusión anterior y Gallinger le dio una patada a Sclavuno. En ese momento decidió denunciarlo.