El ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, cuestionó al espacio liderado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y consideró que “los gobiernos populistas dejan un desastre intelectual”.
Al referirse a la división en la sociedad entre quienes apoyan al kirchnerismo y aquellos que avalan al actual Gobierno, Lopérfido aseveró que no cree “mucho en la grieta” pero sí culpó al “fanatismo” de los gobiernos populistas, ya que calificó a la situación actual fue provocada por «una mezcla de no respetar la opinión del otro, mezclada con ignorancia y brutalidad».
El ministro porteño aclaró: “No digo que el kirchnerismo sea estalinista, digo que la intolerancia, la falta de respeto por el otro, la falta de consideración por la opinión del otro, el esquema es parecido».
Lopérfido manifestó, en declaraciones a la radio Vorterix, que «las prácticas fanáticas tienen una matriz común y siguen el mismo esquema de pensamiento».
Para el funcionario de la Ciudad, el Gobierno nacional lo que debe hacer es «dejar que la gente piense como quiera» y «no crear ni fomentar a los fanáticos» al comparar el accionar de los militantes kirchneristas y los adeptos al régimen soviético de Joseph Stalin.
En ese sentido, remarcó: “Mirá el desastre intelectual que dejan los populismos que (Adrián) Paenza dice ‘no quiero trabajar para Macri’. Mi querido Adrián usted no trabaja para Macri, usted trabaja para el Estado argentino y para la Televisión Pública. Tenemos que caer tan bajo de aclarar estas cosas», criticó.
«La televisión pública buena o de calidad no tiene que tener todas las voces, representar corporativamente a distintos sectores. La televisión pública tiene que tener periodistas profesionales que tengan el nivel objetividad más alto posible», sentenció en referencia a la crítica al Gobierno que hizo en su programa en la TV pública el matemático Adrián Paenza.
Sobre los artistas que pidieron su renuncia por sus declaraciones sobre la cantidad de desaparecidos durante la última dictadura militar, Lopérfido consideró que “hubo un nivel de operación política muy alto» y «también un nivel de vulgaridad intelectual en algunas críticas muy alto».
«No me modifican. Soy bastante cercano a la idea del budismo, tengo un despego muy grande. No necesito que la gente me quiera para hacer las cosas que hago», señaló al mismo tiempo que opinó que «el kirchnerismo rompió con el consenso social que había sobre la dictadura en las décadas del 80 y del 90».
