Muchas veces uno se pregunta cuales son las cosas que nos hacen bien, cuales las que nos enorgullecen y que donde encontramos la felicidad. A veces buscamos respuestas rebuscadas, pensamos en cosas tal vez inalcanzables y no nos detenemos a pensar que lo cotidiano puede volverse mágico, como dice la canción que inmortalizó la «Negra» Sosa.
Sólo quiero ahora compartir una experiencia vivida un sábado gris, en el Estadio Olímpico de Pico F. Ball. Una jornada más de divisiones interiores, con el «Decano» recibiendo la visita de Cultura Integral de Colonia Barón en sexta división, por el Torneo Oficial de la Liga Pampeana de Fútbol. Una tarde con poca gente en la cancha, seguramente como respuesta a lo destemplado de la jornada,
La visita llego al vestuario con sólo siete jugadores, algunos de ellos varios años más chicos que lo que permite el límite la categoría, pero esos siete valientes salieron a la cancha con lo que tenían, sin malas artes, dejando bien en claro que ellos habían ido a jugar, y que lo harían más allá de la adversidad.
Muchos pensábamos que el partido duraría muy poquito, seguramente alguno se tiraría para que el árbitro decrete la inferioridad numérica y así dar por terminada la despareja confrontación, pero no, eso no ocurrió.
Los chicos de Barón aguantaron hasta donde pudieron, los goles del «Decano» se sucedieron uno tras otro, pero ellos siguieron a pesar de todo, mostrando su lealtad con el deporte que eligieron.
Cuando terminó el primer tiempo, con el resultado como 6 ó 7 a cero (ya casi no tenía sentido contar los goles), los chicos vestidos con la camiseta blanca y negra fueron a buscar a sus circunstanciales adversarios, los fueron a consolar, en algunos casos salieron de la cancha abrazados a ellos, con un gesto paternal o de hermanos mayores. Quince minutos después, los once decanos y los siete baronenses estaban listos para jugar el segundo tiempo, cómo marcan las reglas.
La fría estadística y la planilla del árbitro dirán que el partido concluyó 17 a 0, algunos pensarán que fue un «palpelón», seguramente habrá críticas para quienes no lograron completar el equipo, pero yo me quedo con los gestos. Los gestos de los chicos de Barón, de los chicos de Pico, con la lealtad, con la no agresión, con el respeto, con la grandeza que mostraron esos pibes que sirve para enaltecer al deporte, para demostrar que no todo está perdido, que dentro de una cancha se puede ganar, empatar o perder, pero que hay adolescentes y niños con principios, solidarios, humanos… A todos los protagonistas: Muchas gracias por el mensaje, nunca pierdan este espíritu y ojalá se multiplique por todos lados.
(Javier Cid)