Aunque paradojicamente la canción la interpreta Sumo y no es de su autoría, la frase que mejor lo definiría proviene del Indio Solari y de su canción «Mejor no hablar de ciertas cosas»: Luca Prodan fue «un tornado que arrasó tu ciudad y tu jardín primitivo». Hoy se cumplen 30 años de su desaparición física pero su meteórica aparición en el rock nacional y la vigencia de su legado hacen que las paredes sigan rezando «Luca not dead», así escrito sin verbo y con la deformación argentina.
Que un italiano educado con la aristocracia inglesa llegara a la Argentina para cambíar la historia del rock nacional y encima lo hiciera cantando en Ingles en una epoca en que la música anglosajona estaba prohibida en nuestro país muestra a las claras la intensidad de Prodan.
Prodan llegó a una Argentina aletargada culturalmente por la dictadura militar en 1981 y previo a la guerra de Malvinas. No avizoró en un principio dedicarse a la música sino entablar algún emprendimiento comercial junto a su amigo Timmy Mc Kern cuya mítica foto había inspirado a Luca a venirse a la Argentina a recuperarse de su adicción a la heroína.
Lo que pasó después es historia mas o menos conocida: la llegada a las Sierras de daffuncchio y Sokol, la baterista inglesa, el desembarco en Buenos Aires, la suma de Mollo, Arnedo y Petinatto y la irrpción en la escena porteña que cambiaría para siempre la escena del rock nacional.
Sumo era desprejuiciado, potente y rebelde. Aunque Luca imponía su férrea educación inglesa para llevar el pulso de la banda puertas adentro: manejaba muy bien las apariciones públicas y cuidaba muy bien la parte comercial del grupo siendo ambas dos facetas desconocidas del italiano y hasta impensadas viéndolo desde afuera.
Luca era Sumo y Sumo era Luca aunque atrás había una banda de excelentes músicos (sus hoy así lo demuestran con Divididos y las Pelotas). El atractivo era ese pelado con una bagaje cultural inédito para nuestro país que se enfrentaba a todo y a todos.
Su derrotero empezó tal vez cuando Sumo empezaba a ver la luz del éxito. Su salud y sus vicios le fueron dejando paso a un fantasma que deambulaba por la calle y por los subtes porteños y que dejo de existir un 22 de diciembre para convertirse en un mito y revivir en cada pared como graffiti y como grito de guerra de aquellos desangelados que buscan en su «Luca not dead» una forma de rebeldía.