Entre el sufrimiento y la preocupación. Durante un largo rato Juan Martín del Potro transitó la cornisa. Todo por culpa de un resbalón que trajo de nuevo los fantasmas de aquella fractura en la rótula derecha en octubre del año pasado. El tandilense jugó condicionado casi todo el encuentro, pero consiguió salir airoso con un triunfo por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5-7) y 6-2 en 3 hoas y 46 minutos sobre el japonés Yoshihito Nishioka. Una victoria que le permite avanzar a la tercera rueda de Roland Garros, donde defiende muchos puntos como semifinalista en 2018. Una ovación de pie despidió al argentino, emocionado luego de una maratón impensada; un martillazo de Thor como para romper el suelo fue el desahogo al cabo de casi cuatro horas de batalla. A pesar de los contratiempos, la Torre sigue en pie.
Pero también aumenta la incertidumbre alrededor de su físico: el tandilense llegaba a París todavía sin la confianza a pleno en cuanto a sus movimientos, y la perturbación creció con un resbalón que sufrió cuando quiso ir a buscar una pelota a contrapié sobre su derecha, se abrió demasiado de piernas, y aunque no cayó, hubo un movimiento poco natural que pudo haber forzado la rodilla derecha. Del Potro pidió atención médica en el descanso siguiente, y tras perder el primer set se le colocó un vendaje debajo de la rodilla derecha, con la intención de estabilizar la zona. Habrá que esperar la evolución de esta dolencia para conocer los próximos pasos del número 9 del mundo.