En plena renegociación de la deuda, el Ministerio de Economía alertó que el déficit primario alcanzó los $3.766 millones (US$62,4 millones) y que el déficit financiero -pago de deuda- se disparó a $90.818 millones (US$1.505 millones) durante enero. A su vez, IDESA realizó un balance preocupante: salvo el período 2002 – 2009, la Argentina lleva 60 años de déficit fiscal.
El Ministerio de Economía informó que debido a mayor «inversión social», el déficit primario fue de $3.766 millones (US$62,4 millones) en el primer mes del 2020. A su vez, rojo financiero, que tiene que ver con los pagos de deuda, fue de $90.818 millones (US$1.505 millones) durante ese mismo período.
La cartera que dirige Martín Guzmán detalló que el pago de intereses se tradujo en erogaciones por $87.052 millones.
Esto le da pie al gobierno para acelerar el aumento de retenciones al campo, que seguramente suba a 33% en las próximas horas.
IDESA, a su vez, accedió al archivo de Economía y concluyó que:
> Entre 1961 y el 2002 en todos los años hubo déficit fiscal, acumulándose desequilibrios por el equivalente a 180% del PBI.
> Entre el 2003 y el 2008 estuvieron los únicos años de superávit fiscal totalizando en el acumulado el equivalente a 7% del PBI.
> Desde el 2009 hasta el 2019 volvieron a ser todos años de déficit fiscal acumulándose desequilibrios por otro 40% del PBI.
«Estos datos muestran que en las 4 últimas décadas del siglo pasado se acumularon déficits fiscales por el orden de 2 veces el PBI. A comienzos del presente siglo, la contabilidad pública muestra un modesto superávit, que se esfumaría si se contabilizaran los juicios previsionales por no aplicación de la movilidad (parte de este gasto se hizo explícito luego con la reparación histórica). Además, se dio en el marco de una grosera licuación de gasto público producido por la mega-devaluación del 2002, precios internacionales históricamente elevados y cesación de pagos de la deuda pública. Más sugerente aún es que, superada la crisis, rápidamente el déficit fiscal volvió a aparecer. Con el agravante que se acumuló otra década de desequilibrios fiscales por una magnitud equivalente a la mitad de la economía, pero con una presión tributaria récord.
El sector público argentino está diseñado para gastar por encima de sus recursos. Un testimonio muy ilustrativo, pero no el único, es el sistema previsional. Las normas prometen regímenes especiales que permiten adelantar el retiro con mayores beneficios, se regalan indiscriminadamente jubilaciones a través de moratorias, se masifica la duplicación de beneficios con la posibilidad de acumular jubilación y pensión y se elude adecuar las normas ante el envejecimiento poblacional. Como la situación es insostenible se apela a la inflación para que corrija las inconsistencias licuando los haberes. Por eso las energías del debate previsional están siempre concentradas en la fórmula de movilidad», disparó IDESA.