En la Argentina de éstos días parece que no hay lugar para los matices. O estás de mi lado, o estás en mi contra; o sos mi amigo, o sos mi enemigo, o es blanco o es negro…, o sos macrista, o sos kirchnerista, todo sin puntos intermedios, sin matices. Estás a un lado de la grieta, o estás del otro, sin que se entienda que hay muchos argentinos que quedaron atrapados entre los radicalizados sectores .
Es difícil que algunos entiendan que, por ejemplo, se puede no ser macrista, (o de Cambiemos, como a ellos les gusta que se diga), pero eso no significa que se esté en un todo de acuerdo con lo ocurrido durante los doce años de kirchnerismo, o de gobierno ‘nacional y popular’, cómo éste sector se autodefinió ya hace algo más de una década.
Según esta particular manera de ver las cosas, si no sos ‘Cambiemos’ estás a favor de la corrupción, de las mafias, estás con la ‘yegua’, por eso hasta te festejan, como si fuera un gol de Higuaín en una final de la selección Argentina, cualquier noticia que tenga que ver con procesamientos, embargos o detenciones.
Por el contrario, si no compartís el espíritu del tarifazo, si cuestionas algunas declaraciones de funcionarios que son más propias de CEOs (palabra que se ha puesto de moda en los últimos meses) que de dirigentes políticos que deben velar por el bienestar de todos, si crees que las cosas se pueden hacer mejor y de una manera más justa… pues la noticia es que sos kirchnerista, de la Cámpora o de cualquier sector de los que actualmente están ‘venidos a menos’ , aunque nunca los hayas votado.
Claro está que los medios nacionales juegan en ésto un rol fundamental y definitorio. Es revelador cómo la grieta se ha instalado en pantallas de T.V. y en los grandes medios de comunicación de tirada nacional, que expresan sus contenidos con la misma vehemencia, tomando parte, pero con informaciones direccionadas de manera diametralmente opuesta. Obviamente, todo digitado por dirigentes que sacan provecho de la situación, porque les permite aglutinar sus ‘tropas’ para enfrentar a ese ‘peligroso enemigo’ que quiere quedarse con el país, con tu país.
Mientras C5N o Página 12, por nombrar algunos, te muestran el avance de la inflación, la caída en la producción, el aumento de las importaciones y del desempleo, otros como TN y Clarín, difunden permanentemente los allanamientos dispuestos por el juez Bonadío, te hablan de la ‘Ruta del Dinero K’, de los bolsos con dólares que ‘Lopecito’ tiró en el convento, sin hacer mención (o, en el mejor de los casos, alguna mínima referencia) todo lo otro. Visiones parciales de la realidad, clara intencionalidad de formar opinión en uno u otro sentido, poniendo a disposición para ello la más compleja maquinaria de la propaganda apuntada a conseguir réditos, más económicos que políticos.
¿Se puede estar de uno u otro lado, como si fueran éstas las únicas dos opciones?. La verdad es que no. Habrá quienes comparten en un todo determinada posición, pero también hay quienes entienden que siempre hay lugar para matices. Muchos ciudadanos están cansados de ésta grieta absurda, que se va ‘aggiornando’ con el paso del tiempo.
La grieta no es nueva. Si ya en los años 50, cuando murió Eva Perón, hubo quienes salieron a festejar y hasta hicieron pintadas horrendas para celebrar que la ‘abanderada de los humildes’ ya no estuviera entre sus contemporáneos. ¿O muchos no saben que el ‘General’ hacía meter preso o exiliar a quienes pensaban diferente?. En la Argentina, hasta se bombardeó la Plaza de Mayo colmada de gente para matar ‘al dictador’ que había sido elegido por el voto de los argentinos. También antes hubo muchas expresiones de intolerancia frente a los que piensan distinto, diferencias que solían dirimirse debatiéndose a duelo.
Muchas cosas hoy te invitan a pensar que en la Argentina nos cuesta aprender del pasado, que Historia es una materia que nos llevamos previa y que las antinomias son para el país un freno de mano que no podemos desactivar. Esas controversias, que están en nuestra esencia, son las que hacen que para un gobierno sea siempre muy difícil continuar con lo bueno, mucho o poco, que haya hecho el anterior, por lo que mayormente se ve obligado a comenzar de ‘cero’ cada vez, con lo que significa eso en términos de pérdida de tiempo y terreno en un mundo vertiginoso.
¿Quien puede estar a favor de la corrupción?. ¿Quien a favor del desempleo y la inflación?. ¿Quien no se va a sentir mal cuando no llega con el salario a fin de mes o cuando no puede concretar un proyecto que quizá vió cerca en algún momento?, ¿Quien no va a sentir bronca cuando un funcionario dice que un trabajador no puede aspirar a tener auto nuevo, celular o viajar al exterior?. ¿Quien se puede alegrar cuando va a supermercado y se da cuenta que los cien pesos que tiene ya no le alcanzan para comprar la misma cantidad de comida que compraba una semana antes?. Hay que ser necio o directamente estúpido para creer que la verdad es una sola, que es la propia y que las demás no cuentan.
Hoy la mentira se ha institucionalizado. Aristóteles dijo alguna vez: “El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”, quizá una verdad a medias en estos tiempos modernos donde la sabiduría se ha desarrollado en favor de determinados intereses, muchas veces alejados del bien común. Si Cristina Fernández, Néstor Kirchner, Mauricio Macri, o cualquiera que sea, hubiera dicho todo lo que pensaba, quizá la historia hubiera sido otra. Si hubieran hecho todo lo que dijeron, posiblemente la Argentina hoy estaría mejor.
Este pedido (ni siquiera me atrevo a calificarlo como reclamo) seguramente será insignificante ante la dimensión de todo lo que se pone en marcha con el objeto de agigantar la grieta, de todos los que han comprado ese discurso absurdo, frente a todos los que creen que la política es como un Boca-River, o un Ford-Chevrolet, donde es un poco más entendible que la pasión supere a la razón. De todos modos, como decía la madre Teresa “lo mío puede ser una gota en el mar, pero si no lo hiciera, al mar le faltaría una gota”.
Javier Cid