l trámite era similar al de los últimos partidos en los que Boca había conseguido goles con el último suspiro. La historia, esta vez, fue otra. El equipo de Guillermo Barros Schelotto tuvo el dominio del juego mientras el partido ante Defensa y Justicia estuvo empatado, pero lo fue a buscar con menos ansiedad, más cansancio mental y físico y un rendimiento general que estuvo demasiado bajo. Especialmente en la defensa, una línea que arrancó muy fuerte en la Superliga, en la última etapa se fue debilitando por diversas falencias que también incluyen a Agustín Rossi y anoche dejó una imagen muy floja. Ahí se explica la caída 2-1 ante Defensa, la cuarta doméstica en la temporada: no fue justa, pero el local hizo todo para que sucediera. Los fantasmas de las dudas del campeonato anterior, por el momento, no vuelven, pero es un claro llamado de atención para el técnico: su Boca empieza a ser menos efectivo.
Los de Varela, que ganaron por primera vez en la Bombonera, pueden ser un estereotipo perfecto para concientizar sobre lo que será la Copa Libertadores. Si el xeneize quiere saldar la deuda en este 2018, deberá atravesar series ante equipos que tengan un estilo parecido. De hecho, el miércoles pasado, en el 1-0 a Junior, ya se vio algo de eso: los hombres del Mellizo sufrieron en el segundo tiempo y los colombianos podrían haberse llevado un empate. El rival de ayer fue similar: bien parado, con solidez en la zaga, con criterios en el medio y con habilidosos en la delantera. Nicolás Fernández, que fue reemplazado por una lesión en la rodilla, desnudó muchas flaquezas en Buffarini, pero sobre todo en Goltz y Magallán.