Cada día la tendencia a sobredimensionar las cosas es más notoria y el Boca-River de hoy no pudo romper esa premisa menos aún cuando la realidad de ambos los tiene sumergidos en las mitades de tablas de sus zonas sin chances de alcanzar a los punteros.
Sin presiones de campeonatos ni de puntas ambos dieron lo que pudieron, fueron rehenes de lo que tienen y demostraron que ese partido con otras camisetas hubiera sido un partido de lo peorcito del ascenso de una liga local.
Tanto Boca como River deben darle más a su historia pero lo que sucede es que las urgencias pueden más que los proyectos y en eso deambularon hoy los dos. River jugó tan mal como lo viene haciendo y Boca sigue buscando la forma que le permita apostar todo a la Copa Libertadores.
El trámite fue aburrido del principio al fin. Casi no hubo llegadas en ambos arcos y lo más importante fue la roja, una vez más, a Pablo Perez quien aplicó tempranamente una patada descalificadora a Alvarez Balanta luego de que este le hiciera infracción al arquero Orion.
River no pudo y no supo capitalizar la ventaja de tener un hombre de más por más que intentó soltar los laterales pra ocupar el espacio que dejaba el hombre de menos en el mediocampo Xeneixe que para colmo de males perdió a Gago por lesión cuando terminaba el 1er tiempo. No hubo juego asociado de ninguno de los dos lados y solo Dalessandro se salvo del aplazo.
El segundo tiempo fue más de lo mismo. Boca sin fútbol, sin intención, aferrado al empate y con su máxima estrella, Carlos Tevez, desaparecido en el juego y en el partido. River intentando por inercia y porque Boca le dejaba la pelota pero solamente con Dalessandro entendiendo lo que se juega en un clásico. Los cambios no fueron solución para Gallardo, menos aún con la carencia en el banco de suplentes que tiene lo que lo obligó a poner un delantero uruguayo cerca del retiro por su máxima esperanza que es Alario.
Así transcurrió otro «superclásico» en el que una vez más las polémicas, las chicanas y las cargadas fueron previas y no posteriores como debieran ser. Claro que para que haya ganadores y perdedores debe haber intención para llevarse el triunfo, algo que ninguno de los dos mostró.