San Lorenzo venció a Lanús por 2-0 como local, en el encuentro de ida de la Copa Libertadores de América.
El delantero Nicolás Blandi anotó los dos goles del partido, a los 33 minutos del primer tiempo y a los 5m. del segundo, de penal.
El ex Boca Juniors, con su contundencia en los metros finales, acompañado por la sociedad armada entre Bautista Merlini y Fernando Belluschi, sobresalieron frente a un pobre «Granate».
San Lorenzo propuso con presión alta desde el inicio aunque sin desordenarse atrás y contó con una chance apenas iniciado el trámite en los pies del centrodelantero Nicolás Blandi, que pasó cerca del palo derecho del arquero Esteban Andrada.
Por su lado, Lanús se plantó en su propio campo, sin ceder la idea de mover la pelota por el piso cuando la tuvo, pero por momentos sufrió algunos sustos por el retraso, como cuando Franco Mussis (19m.) exigió a Andrada con un remate desde media distancia.
Y justamente una gran maniobra de Blandi (33m.), que burló la marca del defensor Rolando García Guerreño con un pie a pie, le brindó la ventaja inicial al dueño de casa cuando el cotejo transitaba un declive en el desarrollo por la propuesta especulativa de los conducidos por Jorge Almirón.
El gol no trastocó el desarrollo, no modificó posturas. Fue el Ciclón el que siguió marcando el ritmo ante un rival que se deshilachaba. Marcone no era el punto de partida y Román Martínez quedaba aislado, sin socios para elaborar juego, porque quienes debían ser sus laderos se desdibujaban en la contención y se quedaban sin energías para avanzar. Las trepadas de Gómez resultaba algo del pasado, como si la lesión le hubiera minado el espíritu. Todo lo que proponía Lanús se desvanecía, resultaba intrascendente, llamativamente falto de carácter. Donde había un jugador Granate, asfixiaban dos del Ciclón.
En la confusión de uno y la templanza del otro estuvo el argumento del 2-0: Gómez intentó eludir en la puerta del área chica: el resultado fue una falta sobre Blandi, que con oficio le ganó la posición. Penal que el colombiano Roldán sancionó sin titubeos y que el artillero se encargó de convertir. Un marcador que, a falta de 40 minutos para el desenlace, tenía tinte de irreversible. Lanús se llenaba de impotencia, mientras que San Lorenzo se energizaba y empezaba a cuidar la ventaja para el encuentro desquite, ése que lo puede poner entre los cuatro mejores de la Copa Libertadores y soñar con un trofeo que hasta 2014 era esquivo y ahora se convirtió en una obligación.